Pepe y Pepa, un cuento para detectar la violencia de género, centraba el acto institucional del 25 N en Redondela. Control, aislamiento social, chantaje, insultos, intimidación, agresión física, amenazas, agresión sexual… ese es el camino que suele seguir el maltratador hasta llegar al escalón final, lo de la violencia física severa. Así lo explicaron alumnos y alumnas de los institutos de Redondela junto con mayores de los centros del día que en la mañana de hoy participaron en el acto institucional del Ayuntamiento en el 25 N, Día contra la violencia machista. Un acto intergeneracional para visibilizar que “contra la violencia machista, ni un paso atrás”.
Al tiempo que se daba a conocer la víctima número 52 de la violencia de género en lo que va de año, una mujer de 26 años que era asesinada en Tenerife por su pareja, el Multiusos de la Xunqueira acogía un acto precisamente para visibilizar a luchar contra esta lacra que, desde el año 2003, ya se cobró la vida de 1028 mujeres. Así lo destacaba la alcaldesa Digna Rivas, quien le ponía nombre a todas ellas haciendo una parada especial en los nombres de Mª Jesús Aboy, Mª Carmen Vázquez y Sandra Boquete, mujeres que este año eran asesinadas por sus parejas o exparejas en Galicia. A continuación manifestaba la alcaldesa el “compromiso del ayuntamiento de desarrollar políticas activas para luchar contra la violencia de género trabajando conjuntamente con todos los agentes implicados así como continuar con la atención directa a las víctimas”.
DECLARACIÓN INSTITUCIONAL DE 25 DE NOVIEMBRE DE 2019 – DÍA INTERNACIONAL PARA LA ELIMINACIÓN DE LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES
Un trabajo que se realiza también en los centros educativos con actividades como la Historia de Pepe y Pepa que permite a los más nuevos identificar posibles relaciones de maltrato al verse reflejados en ella. Un cuento que bien podría ser real en el que los dos protagonistas van subiendo los escalones de una escalera, en el que cada una de ellos supone un paso más en el control que lee ejerce sobre ella. Arranca con un primero escalón en el que hay un control sobre las amistades o un cierto acoso telefónico, hasta llegar al aislamiento social, el chantaje, los insultos, la intimidación, las amenazas… Un camino en el que Pepa cambia incluso su forma de ser porque su pareja no se le gusta… un progresión que de no ponerle remedio llega hasta la violencia física severa. Para evitar todo eso compre trabajar contra los agresores “dejando de culpabilizar a las víctimas” y mandando mensajes claros y directos así como trabajando conjuntamente con los centros escolares para concienciar a los más nuevos. Dos caminos que no son de sobra porque es preciso “el compromiso de todos y todas para construir una sociedad libre de violencia sexista”.